Igort recoge en sus Cuadernos Ucranianos testimonios directos de algunas de las personas que conoció mientras residía en el país. Testimonios que recogen experiencias en primera persona de la terrible carestía de principios del siglo XX, de la llamada colectivización socialista y la posterior industrialización.
Rellena Igort las lagunas entre los relatos con datos y documentación sobre las épocas en que se ubican, pero al que dedica más espacio y que más me ha impactado es al Holodomor y sus horribles consecuencias (canibalismo, necrofagia, epidemias, …). El autor alterna para el estilo narrativo en función de su contenido: cuando nos reproduce los testimonios recogidos utiliza una composición más clásica de viñetas con un dibujo más detallista y en colores (predominando el sepia), mientras que para el resto utiliza composiciones libres de página, abundando ilustraciones en blanco y negro que ocupan gran parte de la página, acompañadas de los datos y descripciones. En ambos casos el apartado gráfico es espectacularmente brillante, y le da aún más fuerza a la historia.
Volviendo al Holodomor ucraniano, me averguenza decir que no tenía ni idea de lo que era hasta haber leído el cómic. Holomodor responde a “matar de hambre” en ucraniano, y hace referencia a la época entre 1932 y 1933, en la que una terrible carestía de alimentos se llevó al menos a millón y medio de personas según las versiones más optimistas (negacionistas según a quién se pregunte) y casi 10 millones según las versiones más catastróficas (propaganda anticomunista según a quién se pregunte). El actual gobierno ucraniano maneja cifras a mitad camino entre ambas. La carestía hizo tremendamente habitual en algunas zonas el canibalismo o incluso la necrofagia, llegando a desenterrar personas y animales (algo que evidentemente provocaba más enfermedades y muerte). Lo más tremendo de todo ello es que hay bastante documentación que parece demostrar que la carestía fue intencionada y perfectamente planeada por Stalin para reducir la resistencia a la "colectivización" en Ucrania. La estrategia recibió el nombre de "deskulakización". Ucrania solicitó de hecho el reconocimiento del Holomodor como genocidio en 2008, pero el derecho de veto de Rusia no le permitió. Sí votaron a favor muchos paises europeos (entre los que no se encontraba España), mientras que otros se enzarzaron en cuestiones semánticas sobre si al no ir contra una etnia concreta era o no genocidio.

Reconozco que en cuanto a narración, me gustaron bastante más otros cómics de este estilo que ya he comentado por aquí como "
"Gorazde", o incluso "Pyongyang" o "Café Budapest" (no exactamente del estilo pero similares en cuanto a contenido), ya que creo que Igort no ha profundizado lo suficiente cuando realmente daba para mucho más, pero a pesar de ello éste los supera a nivel artístico, y la historia detrás del cómic y de sus personajes es realmente tremenda. Constrasta especialmente el testimonio de uno de los personajes, nacido tras la carestía, que hablaba con nostalgia de los tiempos de la URSS.
Es sin duda absolutamente recomendable, y además hay que decir que la edición y presentación del tomo es de lo mejor que he visto, algo que por otro lado encarece el precio final (fue un capricho de la Feria del Libro). A pesar de todo merece la pena, y es un cómic que debe de estar en ese lugar de honor en la estantería. Eso sí, debo advertir que Igort se coloca abiertamente entre los que consideran genocidio el Holomodor, algo con lo que yo, tras documentarme un poco más sobre el tema, estoy totalmente de acuerdo.
"Distrito de Vysokopolsk, el 16 de febrero de 1933, en Zagradovka, murió el joven Nicolái, de 12 años, perteneciente a una familia de campesinos pobres. la madre, F y su vecina, Anna S. , cortaron en pedazos el cadáver y los sirvieron con la comida que habían preparado"
Anotación real del el jefe de departamento regional de uno de los distritos de Ucrania