Entré y me dirigí directamente al mostrador, donde un hombre con una expresión entre la apatía y el desinterés hizo algo que evidentemente era un inusual esfuerzo para él: giró la cabeza y me dirigió una mirada vacía e indiferente.
- Buenos días, vengo a ...
- Coja su número y espere su turno, por favor - dijo, y hasta las palabras parecían arrastrarse con inmensa desgana.
- Pero si no hay nadie - protesté.
- El 72, por favor. ¿Se-tenn-ta-i-dosss? - dijo mirando al vacío, dejando claro que la educación tampoco le interesaba en absoluto.
Con gesto contrariado, me acerqué hasta el aparato naranja, tiré de la lengua azul clara que asomaba, cogí un número y volví al mostrador.
- Tengo el 37.
- Lo siento, se le ha pasado el turno. Coja uno nuevo y espere a que le llame - contestó, y nuevamente me pareció increible que no se cayeran los sonidos al suelo conforme los emitía, tal era su desidia.
- ¡Pero si no hay nadie! - grité más por desahogarme que esperando obtener algo.
Mientras me dedicaba a repasar mentalmente el árbol genealógico del desagrable individuo, volví al aparato naranja y le hice vomitar números hasta llegar al 72. Regresé una vez más al mostrador con el número. A pesar de ser un día fresco, yo ya notaba como la sangre me empezaba a hervir.
- ¿Se-tenn-ta-i-tress?
- Aquí tiene el 72 - dije, en un tono que no ocultaba mi mal humor, pero tratando de evitar el enfrentamiento.
- Lo siento, se le ha pasado el turno, debería haber estado atento cuando he llamado. - Dijo. Les juro que mientras lo hacía vi la cara de un demonio superpuesta a la suya. Sé que era cosa de mi subconsciente, pero el risueño demonio aumentó mi cólera, que no sé cómo aun controlaba.
- ¡Yo, el 73 lo tengo yo! - Dijo una chica que acababa de entrar.
- Dígame, qué desea - Le dijo el indeseable cretino anormal con un tono amable y servicial que me dejó totalmente descolocado.
Me aparté mientras cerraba mi puño sobre el papel del 72 imaginándome que lo que exprimía eran los genitales de aquel odioso ser que estaba atrincherado tras el inexpugnable mostrador. Me acerqué de nuevo a la máquina y saqué los números 74 al 190. Esto se había convertido en una guerra y no pensaba hacer concesiones.
El insoportable aborto de persona malgastó 45 minutos de mi tiempo atendiendo a la chica. Su diligencia y amabilidad hacia ella llevó mi irritación hasta un nivel nunca alcanzado antes. Llegué a pensar que era una broma de cámara oculta de pésimo gusto y que la chica era un cómplice más.
Por fin la chica se fue y me acerqué al mostrador, tratando de anticiparme a mi diabólico enemigo. Me pareció que ello me miraba mientras llevaba las manos tras el mostrador. Saco un triángulo de plástico negro con unas letras grabadas en dos de sus lados, y lo apoyó de manera que pudiera leerlo bien: "CERRADO". Creí ver un gesto de burla.
-Por favor, es sólo entregar este formulario ya relleno
- Vuelva mañana a primera hora, que ha venido demasiado tarde.
- ¡FALTAN 15 MINUTOS PARA LA HORA DE CIERRE! - Rugí señalando el reloj de la pared
- Ese reloj va atrasado y además hoy no he parado a almozar - me contestó mientras se giraba, pero oí perfectamente ese gilipollas dicho con sorna.
...
- ¡AAAARRRGHHH!
La cólera se adueño de mi. Retrocedí hasta el dispensador naranja y lo arranqué de la pared. De un salto flanqueé el metro y medio de distancia al mostrador y el propio mostrador, cayendo sobre él. El dispensador resultó ser mucho más resistente que el funcionario, quien se rompió mucho antes. Cuando me desahogué cogí el cartelito de "CERRADO" y lo incrusté en el cuerpo del individuo, al que llené además con todos los papelitos de turno que encontré.
...
Mientras mi mente disfrutaba con la escena de la justa venganza, mi cuerpo, mucho más pacífico y razonable (además de enclenque), se quedó quieto mientras trataba que mi cara dibujara una expresión lo suficiente aterradora.
- ¡PUES QUE SEPA QUE VOY A PONER UNA QUEJA! - Y me fui (no sin aprovechar para expresar mi opinión sobre el personaje con unos términos que no voy a reproducir aquí). Había perdido.
Al día siguiente entregué (en otra oficina) el formulario. No llevó ni 5 minutos.
Nota: Esto es un relato. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
El boli amigo natsnoC, debería haber echado mano usted del bolígrafo y sacarle un ojo, o los dos si hubiera sido menester, al lánguido funcionario que se deleitaba en torturarle.
ResponderEliminarVeo que se va usted soltando y de paso suelta a esa imaginación suya tan maltrecha y enloquecida como me la imaginaba yo mismo.
Bien bien bien... viaje, viaje, pero en el futuro abstengase de los funcionaricidios que pueden dar con sus huesos en la cárcel.
jajaja, que gran relato. Se ha escrito mucho sobre el funcionariado, asi que simplemente dire que me ha gustado el relato y que alguna vez he sentido algo similar aunque en menor grado, hacia algun miembro del funcionariado. Pero bueno, segun dicen por ahi, no son todos asi.
ResponderEliminarVaya por delante que mi relación con el funcionariado es muy buena.
ResponderEliminarY que desde que se pueden hacer muchas cosas por internet, y en la mayoría de las restantes se puede pedir cita previa, los trámites que he tenido que hacer no me han supuesto ningún trauma. Es más, siempre me han atendido muy amablemente.
He utilizado la palabra "funcionaricidio" porque quedaba mejor que "recepcionisticidio" o "asesinato tras el mostrador".
Un abrazo a los funcionarios. :)
Genial! Es el primer relato tuyo que leo como tal y me ha encantado. Consigues mantener la intriga, las ganas de saber que va a pasar al final con ese "agradable" señor "recepcionista". Lo del dispensador naranja no tiene desperdicio.Me ha gustado muuuucho. Un abrzo
ResponderEliminarLayna, me alegro que hayas decidido bucear en busca de antiguos posts.. eso me hace pensar en que tengo que idear algo para sacarlos esporádicamente a la superficie.
ResponderEliminarAh, y por supuesto que me encanta que te gustara el caricaturesco relato.
Oye, qué bueno eres recomendando tus propias entradas... Sí que me ha gustado ésta, y mucho, pero ¿estás seguro de que no está basada en la realidad?
ResponderEliminarRecomiéndame más, no conocía yo esta faceta tuya y ¡me encanta!
Pues me alegro mucho. Me cuesta mucho arrancarme a escribir porque soy incapaz de dejar quieto un relato: lo repaso, lo pulo, lo sigo puliendo, reescribo partes, y no acabo nunca. No tengo más salvo el de los relatos enlazados.
EliminarTenía pensado seguir con el de la taberna de Kutimon. Me has dado un buen empujón, así que a ver si me pongo.
Los relatos enlazados los tengo aún pendientes. No me pude apuntar entonces, por diversas causas (y bien que lo sentí) ni me los pude ir leyendo siquiera según los ibáis publicando. Bueno, sí que me leí el de JLin, por ser el primero y porque, ya sabes, siendo JLin ¿cómo no me lo voy a leer? Cuando me los lea todos seguidos, que es lo suyo, te cuento.
ResponderEliminarY eso, eso, a ver si te pones. Mira, mira, te sigo empujando...